Deporte y valores

Son pocas las personas que en nuestro entorno social dudan de la bondad del deporte como medio para la consecución de valores. Desde mediados del siglo pasado la importancia del deporte ha sido creciente, por una parte por su mayor presencia en los medios de comunicación y por otra por el compromiso de los Poderes Públicos con su fomento.

El deporte es un auténtico gigante social y económico capaz de reunir a su alrededor  todo tipo de motivaciones y condiciones. Ya en 1922 el humanista Pierre de Coubertin, reinstaurador de los Juegos Olímpicos, apuntó las características esenciales del deporte como “iniciativa, perseverancia, intensidad y búsqueda del perfeccionamiento”. Sin duda estas cualidades son, casi un siglo después, muy valoradas por nuestra sociedad.

Un valor, por su parte, es un proyecto ideal de comportamiento sobre el que el sujeto establece una vinculación afectiva. Es decir, un valor no solo se contempla. Se desea, se busca, se encuentra y se persigue.

Si bien el deporte es un vehículo adecuado, la simple práctica de deporte o la pertenencia a un equipo no asegura por sí solo la adquisición de estos valores. Para que su transferencia sea positiva, y sobre todo sea duradera, se precisa una adecuada orientación y programación de la actividad, un contexto de entrenamiento y competición acorde con los objetivos planteados y, lo más importante de todo, un buen ejemplo que mejore la actitud y disposición de nuestros alumnos-deportistas.

Entre los valores más presentes en la práctica deportiva se encuentran el respeto, la cooperación, la amistad, la competitividad y la justicia si nos referimos a los valores sociales, y la habilidad, la motivación por el logro, la fuerza de voluntad, el autoconocimiento, la creatividad, la obediencia y el espíritu de sacrificio si hablamos de valores personales.

Es responsabilidad de todos los padres, profesores, entrenadores, monitores, árbitros e instituciones deportivas favorecer entre los jóvenes deportistas las actitudes que les acerquen hacia esos valores y, a su vez, les alejen de los contravalores que el deporte, como cualquier otro hecho social, contempla y es capaz de transmitir con la misma intensidad.