Manifiesto sobre la Literatura Lenta

LEER LIBROS. TAN A MENUDO COMO SEA POSIBLE. EN SU MAYORÍA CLÁSICOS.

Vacaciones. Un tiempo increíble para hacer mil cosas que no hemos tenido tiempo de hacer durante el curso escolar. Tiempo de descanso que no significa “tumbing, hacer nading y perder ese tiemping”,  sino tiempo para enriquecernos con deportes, excursiones, amigos, contemplación de la naturaleza…LECTURA.

Si, lectura.

El placer de leer. El placer de leer novelas, novelones de buena literatura, libros que superan las mil páginas…. Y como veréis a continuación el mejor alimento del cerebro, de nuestras emociones y de nuestra personalidad.

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He traducido para vosotros este artículo “Slow Book Manifiesto”[1] de Maura Kelly que publicó en “The Atlantic” en 2012, como siempre un poco “a mi manera”. Eso incluye que he cambiado algunos de los libros que ella proponía. También incluyo al final un link a un listado de libros de literatura por edades que os aconsejo vivamente.

Dondequiera que mire en estos días, hay un nuevo movimiento “lento”. Desde 1989 cuando los activistas detrás del manifiesto “Slow Food” (Comida lenta) comenzaron a llamarnos la atención sobre la forma en que comemos y argumentaban que las comidas que requieren tiempo para su preparación son mejores para nuestra salud, nuestro mundo, y nuestra felicidad, que la comida rápida, sus ideas han ido ganando fuerza. En los últimos años, se han formado grupos como el “Movimiento de la Cerveza Lenta” y el “Movimiento del Cóctel Lento”. Un artículo de noviembre (2012) en el Washington Post por Emily Matchar pregonó el aún más reciente movimiento de la “Domesticidad Lenta”: personas interesadas en la fabricación de sus propias mermeladas, pan y vegetales en conserva, tanto por la diversión que supone su elaboración, como “por tener una mayor sensación de control sobre lo que comemos”.


¿Por qué tanto énfasis en lo que entra en la boca, y tan poco sobre lo que sucede en nuestra mente?


 Estoy a favor de esfuerzos como estos. Pero ¿por qué tanto énfasis en lo que entra en la boca, y tan poco sobre lo que sucede en nuestra mente? ¿Qué les parece si nos lo pasamos en grande controlando lo que entra en nuestro cerebro? ¿Por qué no ha surgido un movimiento que esté preocupado por lo que ocurre con nuestra salud intelectual, nuestro país, y, sí, nuestra felicidad, cuando consumimos entretenimiento de calorías vacías?

El manifiesto “Slow Food” elogia “placeres más tranquilos” como medio de oponerse a “la locura universal de la Vida Rápida. Aun así no hay nada que parezca más loco, altamente tonto, y universal, que las pantallas que resuenan en cada rincón: en el aeropuerto, en el gimnasio, en el ascensor, en nuestras manos. “Entretenimiento Rápido” que consumido sin pensar se consume mientras tirados en el sofá o yendo hacia el trabajo por la mañana, curte nuestro cerebro…y nuestras almas.

Es por eso que estoy pidiendo un movimiento de “Libro Lento”

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En nuestros momentos de ocio, cada vez que tengamos un poco de tiempo, debemos volver a la literatura. Volver a las obras que requirieron un tiempo para escribirse y nos llevará un tiempo leerlas. Es curioso, cuando un libro es bueno y nos metemos en sus páginas, cuando acabamos la página 2.000 nos da pena, se nos ha hecho corto y ya anhelamos otro similar. Estos libros nos proporcionarán diversión y relajación mejor que cualquier dispositivo electrónico y de este modo placentero agudizarán nuestra mente y nos hará quien somos.

Tomando prestada una cadencia de Michael Pollan:

“Lea libros. Tan a menudo como sea posible. En su mayoría clásicos.”

Trate de hacer este ejercicio de Lectura Lenta 30 minutos al día. Se puede sacar esa media hora con bastante facilidad de momentos “no productivos” o de “descanso”: durante sus viajes al trabajo, sus tiempos ante la caja tonta, o esos otros ante su ordenador portátil o el ipad para pasar el tiempo. En esos ratos, invierta su tiempo en encender el ebook –el Movimiento de Lectura Lenta no se opone a los aparatos electrónicos por motivos puramente estéticos o nostálgicos, los ebooks hacen libros como “Guerra y Paz” menos pesados, pero no menos sustanciosos.

En cambio el Movimiento de Libros Lentos tiene normas acerca del tipo de lectura que cuenta para su cuota diaria. Comentarios en el blog no sirven, tampoco artículos de periódico o incluso artículos de revistas. Quedan también excluidos los libros no literarios.

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¿Por qué el énfasis en la literatura? Al jugar con el lenguaje, estructura de la trama, y las imágenes, la literatura nos desafía cognitivamente a la par que entretiene. Nos invita a ver el mundo de una manera diferente, exige que interpretemos descripciones inusuales, y empuja a nuestra memoria a recordar personajes y detalles de la trama. (Annie Murphy Paul)


Neurocientíficos han encontrado evidencias de que la lectura de ficción estimula todo tipo de áreas cognitivas no solo áreas de lenguaje sino también aquellas responsables de coordinar movimientos e interpretar olores.

Debido a que la literatura es mentalmente tan estimulante, y requieren tal compromiso de todo nuestro cerebro, nos hace mucho más inteligentes que otros tipos de lectura.(Universidad de Santa Bárbara 2009) Los investigadores encontraron que los sujetos que leyeron “El médico rural” de Kafka -que incluye alucinaciones febriles del narrador y elementos surrealistas- tuvieron mejores resultados en una tarea de aprendizaje posterior que un grupo de control que sólo leyó un resumen sencillo de la historia. (Probablemente también disfrutaron mucho más durante la lectura.)


La literatura no sólo nos hace más inteligentes, también conforma nuestra conciencia y nuestra identidad. 


Hay estudios sobre cómo novelas como “Moby Dick” ayudan a desarrollar la empatía. La investigación realizada por psicólogos canadienses Keith Oatley y Raymond Mar, afirma que la lectura de ficción amplia nuestras habilidades sociales: los individuos que frecuentemente leen ficción parecen ser más capaces de entender a otras personas, empatizar con ellos, y ver el mundo desde su perspectiva. La literatura no sólo nos hace más inteligentes, también conforma nuestra conciencia y nuestra identidad. Como dijo T. Roosevelt: “Soy una parte de todo lo que he leído”


Entendemos mejor lo que somos personal y políticamente; lo que queremos cambiar; lo que nos interesa defender.


Con la empatía viene la conciencia de sí mismo. Al descubrir afinidades entre nosotros y personajes que nunca imaginamos que seríamos capaces de comprender (como al presunto asesino de Dimitri Karamazov), entendemos mejor lo que somos personal y políticamente; lo que queremos cambiar; lo que nos interesa defender.

Y tal vez, lo mejor de todo, es que la lectura de literatura te hará sentirte bien contigo mismo. Las encuestas muestran que ver la televisión hace que la gente se sienta infeliz, deprimida y con remordimiento (¿por el tiempo perdido? ¿Por los modelos poco reales e imitables? ¿Por la sinsorgada de algunos programas?). Y en cambio, ¿cuándo ha sentido un lector otra cosa más que satisfacción y estímulo intelectual después de terminar un clásico?

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No es probable que un programa de televisión se quede contigo un tiempo más allá de la noche en que lo ves. En cambio, una vez que hayas terminado un libro, ya sea largo, que es el tiempo de la épica de Tolstoi o tan corto como “El viejo y el mar”, tan antiguo como la “Odisea” o tan nuevo como “La Rosa” de Cela, tan divertido como “Una lectora poco común” de Alan Bennet o tan triste como “Mi planta Naranja-lima” de Vasconcelos, tan épico como “Grandes Esperanzas” de Dickens o “Los Novios” de Manzoni, tan romántico como “Cyrano de Bergerac” de Rostand- te quedarás no sólo con un sentido de logro sino también lleno de emociones positivas.

Una y otra vez volverás a esas páginas con “orejas de perro” -cuyas esquinas has doblado para encontrarlas- para releer esos pasajes que te impactaron tanto por un motivo u otro.

Si aún no estás leyendo lentamente, te estás haciendo a ti mismo y tu nación un gran mal.

Como dijo el poeta Joseph Brodsky en su discurso de aceptación del Premio Nobel de 1987,

A pesar de que podemos condenar la persecución de escritores, los actos de censura, la quema de libros, nos encontramos impotentes cuando se trata del peor crimen contra la literatura:  que no se lean libros. Cuando una persona no lee literatura, lo paga con toda su vida; Una nación lo paga con su historia.

Hasta aquí el artículo traducido de Maura Kelly

Y si aún quieres más razones para leer a los clásicos, te recomiendo vivamente “Como una novela” de Daniel Pennac que cuenta las peripecias autobiográficas de un profesor de literatura en los institutos de París. No pararás de reírte, o al menos de sonreír.

Te planteo un reto: este verano de 3 a 4 clásicos. Aquí tienes una lista de 60 libros donde elegir por edades. Todos clásicos. Blog de libros

Descansarás creciendo.

Elena Jiménez-Arellano