Zoom a la dislexia

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A veces, nos encontramos ante un niño que se siente perdido en clase, molesta a los compañeros y boicotea la clase continuamente. Se le cataloga como vago y falto de esfuerzo,  y por supuesto, sus resultados académicos dejan mucho que desear.  ¿Estamos realmente ayudando a ese niño que lo pide a gritos?

La dislexia puede causar problemas en el aprendizaje de la lectura y la escritura. La lectoescritura es un proceso madurativo del niño, muy vinculado a la afectividad; y en el que hay que respetar los tiempos de cada niño.  Al igual que un bebé aprende a caminar solo a los 11 meses o a los 18; en la lectoescritura, cada niño tiene su ritmo.

Señales de aviso.- Van superando cada curso con más dificultad, con problemas de comprensión lectora, retención de datos y confusión de argumentos o sentido global del contexto, pero la cosa empieza a complicarse. Leen más lento y escriben más grande. Juntan palabras que van separadas o al revés. En consecuencia, la comprensión es menos real, y les faltan detalles. Son niños muy listos y van hilando. Pero emocionalmente pueden estar más descompensados, y su autoestima más baja, pues se les tilda de vagos, despistados, con falta de concentración  y desordenados.

¿Cuál es su origen?.- La dislexia tiene una causa biológica y es un problema genético hereditario. Sabemos que cada aprendizaje produce cambios neurológicos en el cerebro; sin embargo, en los disléxicos parece que éstos no se producen del mismo modo.

Algunas características:

  • Los niños con dislexia tienen una dificultad importante en el aprendizaje: lograr asociar letras con sonidos; tanto en el lenguaje oral como escrito.
  • Tienen dificultad en diferenciar y después memorizar letras o grupos de letras y no son capaces de construir las frases en un orden correcto.
  • Su problema no es visual; sino un problema fonológico, ya que no encuentran el modo de recuperar sonidos para incorporarlos en las palabras.
  • Cuando un disléxico está leyendo, los desplazamientos oculares son poco controlados y tienen un número elevado de errores. Las fijaciones que hacen sobre las palabras se producen en menor tiempo que una persona sin este tipo de problema y además se fijan en partes no significativas de las palabras, por lo que les cuesta más reconocer las mismas.
  • Las áreas del lenguaje en niños sin este problema están más localizadas y concentradas. En el cerebro de una persona disléxica estas áreas del lenguaje están más dispersas por lo que las redes de comunicación fallan y los canales de unión y transmisión de datos, no están plenamente establecidos.

Está en nuestras manos el poder ayudar a estos niños fomentando su autoestima y confianza en sí mismos y de esta manera poder contribuir a la formación íntegra de esta persona.

 

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