5 motivos para leer

 “Nadie tiene jamás tiempo para leer, la vida es un obstáculo permanente para la lectura. El tiempo para leer es siempre tiempo robado. El tiempo para leer, al igual que el tiempo para amar, dilata el tiempo para vivir. ¿Quién tiene tiempo para estar enamorado? Pero, ¿se ha visto alguna vez que un enamorado no encuentre tiempo para amar? La lectura es como el amor, una manera de ser. El problema es si me regalo o no la dicha de ser lector”.    

             Daniel Pennac

1.- Los libros son ventanas abiertas a mundos desconocidos.  ¡Hay mucho más allá fuera! Quien no lee acaba hablando siempre de lo mismo y en términos similares.

2.- La lectura asidua es clave para mantener vivo e incrementar el vocabulario; además de facilitar el cambio de registro en función del entorno y de los interlocutores.

Es un hecho comprobado que el trabajo diario acaba reflejándose en nuestra forma de hablar y de interactuar con los demás.  Un profesor de Educación Infantil o Primaria que no lea podría acabar adoptando un registro idiomático acorde al de sus alumnos y limitando su vocabulario a cifras más similares a la de éstos que a la de adultos que ejerzan otra labor profesional.

Del mismo modo, un adulto con cualquier otra ocupación, que sólo se dedique a su trabajo y no lea textos de otros campos, estilos y géneros podría acabar resultando pesado o “enigmático” para interlocutores poco duchos en su tema de especialización.

3.- La lectura aporta datos, experiencias y argumentos.

Tanto para los padres como para los educadores resulta crucial estar al tanto de estudios, estadísticas y casos que sirvan para entender mejor a los niños/jóvenes y acompañarles-orientarles en su plan de aprendizaje y formación integral como personas.

Datos o claves que dan razón tanto a las crisis económicas como a la crisis de valores actuales.

4.- Sólo quien LEE,  realmente alcanza a comprender el significado de lo que lee.

Inmersos como estamos en la sociedad de la información, en la que padecemos a diario el incesante bombardeo de comunicaciones e informaciones,  resulta crucial buscar y saber discernir la verdad entre todas las informaciones que nos llegan. La lectura comprensiva no es un don divino sino una “ciencia” que es preciso ejercitar.

5.- De nosotros depende despertar en los niños/jóvenes el deseo de la lectura.

No hay mejor manera de contagiar el entusiasmo por la lectura que el ejemplo. Que nos vean con libros en la mano,  acurrucados en un sillón o sentados a la sombra de un buen árbol disfrutando  de la lectura. Que nos escuchen contarles historias.  De igual manera que imitan nuestra forma de caminar o los gestos al hablar, por naturaleza tenderán a imitar lo que ven.

Para terminar,  una recomendación de cara a los lectores más jóvenes: puede resultar buena idea animarles a guardar un registro de lo que leen haciendo una breve reseña incluyendo autor, título, género, sinópsis y  comentario